Reglas y principios de una alimentación saludable

La primera ley
El valor energético (caloría) de la ración diaria debe corresponder al gasto energético diario de una persona.

La mayoría absoluta de las personas, independientemente de su propio deseo, se encuentran en la esfera de influencia de esta ley de la naturaleza. Sin embargo, una parte importante de la población de los países económicamente prósperos la infringe: se consume más energía con los alimentos de la que se gasta. Nos movemos inaceptablemente poco, hacemos poco trabajo físico. Y para el logro de la civilización: automóviles, metro, ascensor y otras comodidades cotidianas, tenemos que pagar con nuestra propia salud.

Para la aplicación práctica de la primera ley de la nutrición racional, consume tanta energía como gastes. Este principio se puede implementar si hay suficiente fuerza de voluntad. Sin embargo, la industria alimentaria debe escuchar las demandas de los tiempos y comenzar a proporcionar de manera más activa a la población productos alimenticios sabrosos, bajos en calorías, bajos en grasas y vitaminados.

La segunda ley
Es necesario que la composición química de la dieta diaria de cada persona corresponda a sus necesidades fisiológicas diarias de alimentos y sustancias biológicamente activas.

Además de la energía, nuestro cuerpo debe recibir con los alimentos una enorme y al mismo tiempo cierta cantidad de sustancias a partir de las cuales se construyen las células, los órganos y los tejidos. Son estas sustancias las que contribuyen al uso de la energía obtenida con los alimentos para garantizar un alto rendimiento físico y mental, preservar la inmunidad y proteger el cuerpo de las influencias ambientales nocivas y las enfermedades.

A lo largo de la vida, los tejidos y órganos humanos no detienen su actividad activa por un segundo y se renuevan constantemente, las moléculas y células que se destruyen en el proceso de metabolismo se reemplazan por otras nuevas, y los elementos necesarios para esto deben ingresar regularmente a nuestro cuerpo con alimentos en una gama completa.

Por lo tanto, pensando en cómo comer adecuadamente, es necesario cuidar la máxima variedad de productos consumidos. Solo con este enfoque puede proporcionar al cuerpo todas las sustancias vitales (esenciales). Los nutricionistas cuentan varios cientos de estas sustancias, y todas están contenidas en los productos alimenticios, pero en cantidades muy diferentes.

Los productos que contienen esta o aquella sustancia en grandes cantidades se denominan fuentes o proveedores. Por ejemplo, los productos lácteos son la principal fuente de calcio altamente absorbible, las carnes rojas - hierro, las verduras de hoja verde - ácido fólico, las algas marinas - yodo, etc. Es cierto que tales productos pueden ser deficientes en una serie de otros elementos vitales: están completamente ausentes o están contenidos en cantidades insignificantes que no tienen importancia práctica. Por ejemplo, hay muy poco hierro en la leche, calcio en la carne, vitaminas B en frutas y verduras. De las sustancias esenciales, las verduras y frutas contienen principalmente vitamina C.

Por eso el sistema de una correcta nutrición se basa en la diversidad, gracias a la cual se asegura el equilibrio de la dieta en cuanto a los nutrientes básicos.

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